lunes, 10 de marzo de 2008

Pablo Simonetti
Autor de Vidas Vulnerables, Madre que estás en los cielos y La razón de los amantes.

"He cambiado de opinión en cuanto a la manera en que debe ser representado narrativamente el funcionamiento de la memoria. Los grandes novelistas del siglo XIX creaban sus novelas a partir de un narrador omnisciente que recordaba de manera amplia y minuciosa lo ocurrido en el pasado. Luego se integró la primera persona al ejercicio de la memoria narrativa, pero quedó un resabio de esas escenas contadas en detalle. Por ejemplo: diálogos exhaustivos con gestos reveladores, acciones de énfasis y hasta las inflexiones de voz. Yo mismo, en mis novelas y cuentos anteriores, llevado por el gusto de narrar, he escrito escenas rememoradas con un alto contenido visual y oral. Es la imaginación del escritor la que crea estas escenas tan vívidas, pero si ese mismo escritor es llevado a recordar una escena importante de su vida, comprenderá inmediatamente que recuerda sólo ciertas cosas: una impresión de la luz en la habitación, frases sueltas de gran peso simbólico, las emociones que percibía en los demás, la emoción que predominaba en él, corrientes que llevaron a unos y a otros a actuar del modo en que lo hicieron. Nadie puede reproducir un diálogo ocurrido en el pasado, ni siquiera uno de ayer, hasta la última palabra (y, si puede, es un latero). Dicen que se trata del juego de la ficción, en el cual el lector acepta las reglas. Ya no me parece así. Es más, creo que uno debería preguntarse al momento de escribir un texto en que el narrador en primera persona recuerda, por qué el personaje recuerda ese momento en especial, por qué lo recuerda de la manera en que lo hace (por ejemplo, a qué se debe que surja una imagen o una metáfora), por qué ha rodeado ese episodio de ciertos sentimientos. Y, sobre todo, debe respetar (con peligro de volver las situaciones vagas, poco visuales para el lector y hasta inverosímiles) los límites y perspectivas del ejercicio memorioso. En buenas cuentas, la memoria debe conservar su textura al momento de hacerla narración, esa intensa vaguedad que da forma a los recuerdos".