lunes, 10 de marzo de 2008

Catalina Jaramillo
Periodista de la Universidad Católica y máster en periodismo de la Universidad de Columbia. Tras un año trabajando para El Diario/La Prensa de Nueva York acaba de volver a Chile para reintegrarse a la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.

"Antes pensaba que separar la basura y reciclar era estúpido y latero. Ahora creo que somos unos estúpidos por no reciclar.

Antes de vivir fuera de Chile creía en cierto punto lo que me habían inculcado: todos son raros menos nosotros, lo distinto es malo. A los negros hay que tenerles miedo porque son violentos; a los judíos, cuidado porque son apretados; los asiáticos son hediondos y los latinos son chulos. Ni Chile ni Argentina son latinos, esa cosa caribeña empieza más al norte. Ser católico es ser mayoría y ser gay es ser bicho raro. Ahora creo que los judíos son brillantes, y mayoría en algunos lugares; los católicos somos bien raros para mucha gente; ser negro es tener un color de piel distinto; huelo como un asiático porque esa comida es de las que más me gusta, y los latinos SOMOS adorables, mi amor. En orientaciones sexuales, no hay nada escrito. No sólo hay gays, sino una variada gama de puntos intermedios y tangenciales. Se rompió la burbuja. En la diversidad está la gracia

Antes la palta era algo que siempre estaba ahí. Algo rico, obvio, pero buena como un tomate bueno. Después de pasar dos años en un lugar donde tenía que pagar dos dólares y medio cada vez que quería una, la palta pasó a otra categoría. Uno no debiera decir estas cosas, pero me excito cuando abro una y meto la cuchara.

Ya no me gusta El Toro. Me costó asumirlo, pero la comida ya no es tan rica, los precios dejaron de ser amigables y el ambiente no promete nada nuevo.

Creía que la Bachelet se la podía y que Chile estaba preparado para tener una mujer de presidente. Pamplinas. Lo peor es que sigo pensando que la derecha no es una opción".
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