lunes, 10 de marzo de 2008

Andrea Palet
Periodista de la Universidad Autónoma de Barcelona, editora y columnista. Actualmente escribe en Artes y Letras de El Mercurio.

En la consideración sobre la importancia de los escritores. No me refiero a la importancia que les concede hoy la sociedad en su conjunto, eso sería muy cruel (¿qué fue de de los intelectuales orgánicos?), sino a la que les otorgamos los lectores asiduos, y los que trabajamos con ellos. Antes leía todo el día y creía firmemente que los escritores eran gente especial, admirable, superior. Ahora también leo todo el día, y la literatura me importa, me apasiona, me rodea y me paga honorarios, pero los escritores, digo como figuras, como subespecie, como gremio, como personalidades, no me interesan nada. No me interesan sus vidas ni sus opiniones, de las que sabemos mucho, casi siempre demasiado, no porque sean intrínsecamente más valiosas que las de los buzos tácticos, por ejemplo, sino simplemente porque los primeros ponen todo por escrito y los segundos no (es medio difícil escribir bajo el agua). Es duro descubrir que se puede dominar maravillosamente una técnica y ser infinitamente banal y vanidoso al mismo tiempo, pero deberíamos acostumbrarnos. Sucede en la literatura como en la política, el fútbol, el laboratorio, el teatro. En síntesis: la obra sí, la persona no.