domingo, 16 de marzo de 2008

María José Lecaros
Periodista de la Universidad Católica y doctora en Comunicación Pública de la Universidad de Navarra. Fue directora de la Escuela de Periodismo de la UC y actualmente es presidenta del Consejo de Ética de los Medios y vicerrectora de la Universidad Los Andes.

"He cambiado de opinión… sobre el valor de la opinión en el periodismo.

Comencé a trabajar en periodismo en momentos que el valor de una noticia era proporcional al número de datos, cifras, fuentes, fotografías y gráficos. Al hacer clases, con arrogancia, ahora pienso ignorancia, repetí las frases clásicas del periodismo norteamericano, que en inglés resultaban aún más exigentes: facts, facts, facts. O aquella aún más antigua de, facts are sacred, commentary is free. Pido público perdón a los alumnos a los que tarjé adjetivos y eliminé descripciones. El modelo, 'mi' modelo era el del periodismo exacto y preciso –así lo parecía— que se usaba en América del Norte. Había que alejarse del estilo literario, vago, politiquero e ideológico que proponía el periodismo europeo. Para ideas y literatura, ambiente y ánimo ya estaba ese mundo que parecía dividirse matemáticamente en kilómetros al este o al oeste del muro de Berlín. Las ciencias eran exactas y los periodistas queríamos ser científicos y profesionales. Mirábamos en menos la opinión.

Por supuesto la pedíamos. Pero a las fuentes, a los protagonistas, a los afectados. Había que dar cuenta de lo que sucedía y omitir la propia opinión si queríamos mostrar la realidad.

Hoy valoro la opinión. Aprecio los medios en que ella se mueve con elegancia y con solidez. Prefiero el diario, la revista, los documentales, los formatos de conversación y los blogs. Tiendo a postergar la lectura de los informes cuantitativos y los resúmenes. Me parece mucho más atractivo un ensayo que un manual. Atesoro los medios que proponen a su audiencia ideas, estados de ánimo, descripciones, proyectos. Me admira el adjetivo adecuado, la mirada bien captada por una cámara, el tono de voz con que se pronuncia una palabra. Valoro la pauta que se arriesga con un ángulo impensado y sorpresivo que hace pensar, provoca agenda y logra respuestas.

Hoy pienso que —al menos en los medios— la opinión es un aporte mayor a la información que la suma agobiadora de hechos. Acerca más a la realidad una opinión que una avalancha panorámica de datos e imágenes en 180° que sólo impacta y paraliza.

Agradezco infinitamente las opiniones. Sin embargo, no cualquiera, ni dicha de cualquier modo. En eso, no he cambiado de opinión. La opinión que quiere mostrar la realidad, develar el misterio, acercar lo difícil y asombrar es la que no engaña. No pasa gato por liebre porque se da como tal –opinión—y no como afirmación. Quizá está inconclusa, en borrador, pero muestra genuinamente lo que la persona piensa. Permite, que rectamente, hablando casi para sí misma, sin trampas ni recado, una persona 'se' habla y se contesta abiertamente de modo que otros puedan participar de esa conversación. La opinión que valoro exige valentía y proporción. Las que me parecen más atractivas no son las grandes opiniones, las rimbombantes y barrocas, sino aquellas pequeñas palabras, ideas y ángulos que son capaces de 'mostrar' o al menos remitir a la realidad. Como ella, son aparentemente obvias. Pero tienen la belleza en el decir algo de esa verdad y la profundidad que sólo posee la realidad.

No he olvidado una crónica sobre la primera lluvia del año, clásica nota pedida a un alumno en práctica. Sin datos ni números. Hace años. Aún se siente y se ve porque la iniciaba un adjetivo. 'Fina lluvia cayó ayer sobre Santiago…'".

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